viernes, diciembre 30, 2005
Pensamiento extremo
Quiero dejar por aquí un enlace a una curiosa charla titulada «Extreme Thinking». Básicamente cuenta por qué es difícil hacer ciencia (investigar, no aprenderse lo que pone un libro) y cómo conseguir llevarlo bien. Además, lo relaciona con el aprendizaje.
Para ilustrar por qué es difícil la ciencia propone un juego. Supongamos que tenemos cuatro cartas. Cada carta tiene una letra en una cara y un número en la otra. Sólo puedes ver una cara de las cartas y ves A, B, 2 y 1. De lo que se trata es de adivinar si se sigue la siguiente regla: si una carta tiene una vocal en una cara, en la otra tiene un número par. ¿A qué cartas habría que dar la vuelta para ver si es verdad? Hay que responder rápido.
Ahora hagamos otro juego. Eres policía y estás comprobando si se cumplen las normas sobre bebidas a menores, que dicen que los menores de 18 no pueden beber alcochol. Entras en un bar y te encuentras a cuatro personas. La primera persona está bebiendo cerveza; la segunda está bebiendo una coca-cola light; la tercera persona no sabes qué está bebiendo pero está claro que tiene más de 18 años; la cuarta persona está claro que es un chaval de menos de 18 y no puedes ver qué está bebiendo. ¿Qué es necesario comprobar para saber si se cumplen las normas?
Lo que suele ocurrir en esta situación es que la gente falla en el primer juego y acierta en el segundo... cuando en realidad son el mismo juego, sólo que en el primero tratamos con conceptos abstractos (letras y números) y en el segundo con conceptos concretos y cercanos: personas y bebidas. Y nuestra mente está mucho más preparada para pensar sobre personas y bebidas que sobre letras y números.
En el primer juego la mayoría de la gente piensa que hay que darle la vuelta a la primera carta y a la tercera. Lo de la primera es verdad (es una vocal y hay que comprobar si hay un número par al otro lado), pero la tercera no es necesario mirarla: aunque hubiese una consonante, se cumpliría la regla. En cambio, a la que sí hay que darle la vuelta es a la cuarta carta: si hubiese una vocal, no se cumpliría la regla.
El problema es que la ciencia trata con situaciones abstractas, con generalizaciones. La ciencia empezó con el paso del mito (unos dioses -parecidos a personas pero un poco raros- causaban las cosas) al logos (una explicación racional). Descartes y Newton introdujeron conceptos mucho más abstractos (la notación científicia, la gravedad, la inercia...) y nuestra mente está especialmente preparada para funcionar bien en situaciones sociales, que involucren a otras personas, no para interpretar fenómenos abstractos.
Los tres principios que propone el autor del ensayo para hacer ciencia son:
1. El aprendizaje debe tener un propósito. Vamos, que te mole.
2. Hay que pensar a largo plazo. Cuando sólo piensas a corto plazo, haces cosas nada efectivas.
3. Tener un buen entorno social, es decir, rodearte de personas interesadas en lo mismo que tú.
Creo que es una lectura interesante.
Para ilustrar por qué es difícil la ciencia propone un juego. Supongamos que tenemos cuatro cartas. Cada carta tiene una letra en una cara y un número en la otra. Sólo puedes ver una cara de las cartas y ves A, B, 2 y 1. De lo que se trata es de adivinar si se sigue la siguiente regla: si una carta tiene una vocal en una cara, en la otra tiene un número par. ¿A qué cartas habría que dar la vuelta para ver si es verdad? Hay que responder rápido.
Ahora hagamos otro juego. Eres policía y estás comprobando si se cumplen las normas sobre bebidas a menores, que dicen que los menores de 18 no pueden beber alcochol. Entras en un bar y te encuentras a cuatro personas. La primera persona está bebiendo cerveza; la segunda está bebiendo una coca-cola light; la tercera persona no sabes qué está bebiendo pero está claro que tiene más de 18 años; la cuarta persona está claro que es un chaval de menos de 18 y no puedes ver qué está bebiendo. ¿Qué es necesario comprobar para saber si se cumplen las normas?
Lo que suele ocurrir en esta situación es que la gente falla en el primer juego y acierta en el segundo... cuando en realidad son el mismo juego, sólo que en el primero tratamos con conceptos abstractos (letras y números) y en el segundo con conceptos concretos y cercanos: personas y bebidas. Y nuestra mente está mucho más preparada para pensar sobre personas y bebidas que sobre letras y números.
En el primer juego la mayoría de la gente piensa que hay que darle la vuelta a la primera carta y a la tercera. Lo de la primera es verdad (es una vocal y hay que comprobar si hay un número par al otro lado), pero la tercera no es necesario mirarla: aunque hubiese una consonante, se cumpliría la regla. En cambio, a la que sí hay que darle la vuelta es a la cuarta carta: si hubiese una vocal, no se cumpliría la regla.
El problema es que la ciencia trata con situaciones abstractas, con generalizaciones. La ciencia empezó con el paso del mito (unos dioses -parecidos a personas pero un poco raros- causaban las cosas) al logos (una explicación racional). Descartes y Newton introdujeron conceptos mucho más abstractos (la notación científicia, la gravedad, la inercia...) y nuestra mente está especialmente preparada para funcionar bien en situaciones sociales, que involucren a otras personas, no para interpretar fenómenos abstractos.
Los tres principios que propone el autor del ensayo para hacer ciencia son:
1. El aprendizaje debe tener un propósito. Vamos, que te mole.
2. Hay que pensar a largo plazo. Cuando sólo piensas a corto plazo, haces cosas nada efectivas.
3. Tener un buen entorno social, es decir, rodearte de personas interesadas en lo mismo que tú.
Creo que es una lectura interesante.